Tú te cuelas en mis huesos, indagas hasta el más pútrido y herido sitio, eres quien lo cuida y le brindas tu afecto, para que vuelva a florecer como las orquídeas del sabor de tu boca y rozas con tu suave miel el perfecto movimiento que crea rebeldía, ese universo diferente noche y día, llévame de la mano, tú sin importar el camino que tomemos, porque formas parte, dibujas en ellas la utopía de canciones interminables, las mismas que se arrastran camufladas a mis oídos en suspiros enamorados bajo el encantamiento propio de tu seráfica voz.
Tú, quien existe para enseñarme la demencia y cordura, quien pinta con sus colores mi savia y mi ser, quien entiende mis gritos desesperados, mi llanto alegre, mi frío ardiente, quien enseñó a tocar a sentir con el alma la más perfecta silueta, quien escucha para oír, los versos y palabras vagas sonrientes, quien danza en mi infierno sin temor, ese eres tú, ser perfecto, ser poético, ser artista, tú Cristóbal Orlando Rail del Río, quien viaja y conoce de pies a cabeza a esta fémina, quien amarra mi pensamiento al suyo, yo tu vida, tú mi vida.
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