miércoles, 11 de junio de 2014

Mi vida

Tú, has convertido a mi muerte en razones y motivos, en los que jamás creí sentir, porque me eleva tu piel al más infinito lugar, allí donde puedo con demencia obtener libertad para amar, ya que tú vuelas las emociones igual que miles de hojas de otoño caídos por el viento, me entregas melodías inefables que sutilmente viajan por mi sangre a la tuya, entibiándose en el frío invierno, en el que cálido amanecer de un verano, pueda entregarme la más pura sonrisa primaveral. 
Tú te cuelas en mis huesos, indagas hasta el más pútrido y herido sitio, eres quien lo cuida y le brindas tu afecto, para que vuelva a florecer como las orquídeas del sabor de tu boca y rozas con tu suave miel el perfecto movimiento que crea rebeldía, ese universo diferente noche y día,  llévame de la mano, tú sin importar el camino que tomemos, porque formas parte, dibujas en ellas la utopía de canciones interminables, las mismas que se arrastran camufladas a mis oídos en suspiros enamorados bajo el encantamiento propio de tu seráfica voz. 
Tú, quien existe para enseñarme la demencia y cordura, quien pinta con sus colores mi savia y mi ser, quien entiende mis gritos desesperados, mi llanto alegre, mi frío ardiente, quien enseñó a tocar a sentir con el alma la más perfecta silueta, quien escucha para oír, los versos y palabras vagas sonrientes, quien danza en mi infierno sin temor, ese eres tú, ser perfecto, ser poético, ser artista, tú Cristóbal Orlando Rail del Río, quien viaja y conoce de pies a cabeza a esta fémina, quien amarra mi pensamiento al suyo, yo tu vida, tú mi vida. 

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